Semana 2 | Día 2 | Creer Habitualmente

Mandamiento:

No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. Juan 14:1b (NVI)

Leer:

Ciertamente les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida. Juan 5:24 (NVI)

Reflejar:

Crecí en una iglesia que enfatizaba creer en los principios de la fe, donde se descartaba cualquier mención de experimentar la presencia de Cristo. Esto dio como resultado un andar que era a la vez arrogante y anémico. Más tarde, Cristo misericordiosamente me mostró que, más allá de creer doctrinas básicas académicamente, creer es un estado mental continuo. “Ciertamente les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a la vida.” Juan 5:24 (NVI) El que cree habitualmente tiene una manera de vivir con la eternidad en mente. La vida eterna es vida como Cristo la está viviendo aquí y ahora. Al notar habitualmente su presencia y enfocarse con frecuencia en los buenos rasgos de su carácter, Cristo brinda guía para lo que sea que venga a continuación en mi día.

Creer es sintonizar mi mente con la forma en que Cristo piensa y aprender a ver quién y qué está frente a mí a través de su filtro de bondad. Esta puede ser la esencia de estar arraigado en Cristo. Creer extiende las raíces de mi atención en la rica presencia de la bondad inagotable de Cristo, mientras que Cristo extiende sus raíces, llevando la energía de su bondad, profundamente en mi alma.

Este tipo de creencia habitual apunta a una constante conciencia y confianza en su presencia. Hacerlo constantemente resulta ser uno de los mayores desafíos de mi vida. Mis pensamientos son impulsados ​​por rutinas, tonterías y reacciones disfuncionales a los factores estresantes. El trabajo, entonces, es reajustar frecuentemente la mente a Cristo, creer habitualmente en Aquel que es el camino eterno de vida.

Reaccionar:

Entonces, puedo preguntarme en cualquier momento: “¿Estoy creyendo? ¿Estoy disfrutando de la compañía de Cristo? ¿Estoy sintonizado con su bondad?”

Orar:

Dirijo mi mente al Cristo eterno e intangible, que está muy cerca, ahora mismo. Veo la gloria de tu bondad amorosa y la sabiduría de tus caminos. Me inclino, lo sigo.