Semana 3 | Día 5 | El verdadero significado de la hospitalidad

Mandamiento:

Más bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos. Entonces serás dichoso pues, aunque ellos no tienen con qué recompensarte, serás recompensado en la resurrección de los justos. Lucas 14 :13-14

Leer:

Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; fui forastero y me dieron alojamiento; necesité ropa y me vistieron; estuve enfermo y me atendieron; estuve en la cárcel y me visitaron”. El Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí”. Mateo 25:35-36; 40 (NVI)

Reflejar:

Recuerdo una época en la que dudaba en extender mi mesa a aquellos que no podían pagarme. Era una temporada de vacaciones y estaba atrapado en las festividades con amigos y familiares. La casa se llenó de risas, el aroma de la buena comida y la calidez de las relaciones cercanas. Pero en medio de la celebración, sentí un vacío inquietante, una pregunta persistente que no podía quitarme de encima: "¿Es esto de lo que realmente se trata la hospitalidad?"

Me llama la atención el pasaje del Evangelio de Mateo en el que Jesús habla del juicio final. Está separando a las ovejas de las cabras basándose en un criterio simple: cómo trataban a los "más pequeños de estos". Entonces me di cuenta de que la verdadera hospitalidad no tiene que ver con la reciprocidad; Se trata de la gracia. No se trata de invitar a los que pueden devolver el favor, sino de dar la bienvenida a los que no tienen nada que ofrecer a cambio.

Esa misma semana, llegué a invitar a algunos amigos que no conocían a Jesús a comer y pasar el rato. La incomodidad inicial dio paso a conversaciones genuinas, risas compartidas y un nuevo sentido de comunidad. Era como si las palabras de Jesús hubieran cobrado vida allí mismo, en la mesa.

Esta experiencia fue transformadora para ellos y para mí. Empecé a entender el corazón de Dios y que la hospitalidad es extender amor y bondad a aquellos que no tienen nada que dar a cambio. Es una experiencia aleccionadora y transformadora que resuena en la eternidad.

Reaccionar:

¿Cómo puedes extender tu mesa a aquellos que están marginados o son menos afortunados en tu comunidad? ¿Hay algún temor o vacilación que te impida practicar esta forma de hospitalidad?

Orar:

Señor, ayúdame a ver a los demás a través de tus ojos y a extender mi mesa de una manera que refleje tu gracia y amor. Dame el coraje para salir de mi zona de confort y practicar la hospitalidad que exiges. Que mis acciones sean un fiel reflejo de tu corazón para todas las personas. Amén.