Semana 1 | Día 3 | Más Allá de la moralidad

Mandamiento:

“Así es, ahora ve y haz lo mismo.” Lucas 10:25-37 (NTV)

Leer:

“Ahora bien, ¿cuál de los tres te parece que fue el prójimo del hombre atacado por los bandidos?—preguntó Jesús. El hombre contestó: —El que mostró compasión. Entonces Jesús le dijo: —Así es, ahora ve y haz lo mismo”. Lucas 10:36-37 (NTV)

Reflejar:

Un hombre que llevaba una maleta roja en París parecía estar sufriendo un ataque al corazón y cayó al suelo. Muchas personas pasaron junto a él y lo ignoraron hasta que una mujer se detuvo para ayudar. En ese momento, la "víctima" señaló a la cámara y la mujer rió aliviada y feliz. Este video en las redes sociales me recordó a la Parábola del Buen Samaritano.

"¿Quién es mi prójimo?", le preguntaron a Jesús y Él no dio una respuesta que pudiera convertirse en otra regla moral para la autojustificación. En un giro sorprendente en esta parábola, el samaritano, despreciado y rechazado por todos, fue quien se detuvo a ayudar. Así es como Jesús llevó a que la persona que le pregunto a responder su propia pregunta con: "El que tuvo misericordia de él".

El "que tuvo misericordia" ignoró las barreras físicas y culturales establecidas entre judíos y samaritanos. Se acercó al hombre herido. No le importó que se considerara al hombre "impuro". Esa práctica había impedido que los levitas y los sacerdotes mostrarán compasión y guiaran a otros hacia Dios.

A menudo, no soy consciente de las necesidades de las personas desfavorecidas porque no entró en su mundo físico y cultural. No los busco. No les hablo. Permito que mis ocupaciones, conveniencias y diferencias me impidan verlos como personas de gran valor creadas en la imagen de Dios.

Pero Jesús no pretendía que esta parábola fuera solo una lección sobre la moralidad privada. Él quiere cambiar mi corazón, y eso solo puede suceder cuando experimento y interiorizó su gracia y compasión. Jesús, como el Buen Samaritano que fue despreciado y rechazado, tuvo compasión por mí y vino en mi ayuda. Siendo Dios, no usó su estatus en su propio beneficio. No le importó que yo fuera impuro. Simplemente vino a ayudarme.

Reaccionar:

¿Cómo podemos actuar con amor y compasión hacia los demás, como Jesús lo hizo por nosotros?

Orar:

Señor Jesús, permíteme recordar siempre tu compasión inmerecida, para que yo pueda "ir y hacer lo mismo".