Semana 1 | Día 3 | Dios está contigo

Mandamiento:

Así que no les tengan miedo. Mateo 10:26-28 (NVI)

Leer:

—¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado! Hechos 7:60 (NVI)

Reflejar:

El Libro de los Hechos registra la historia del primer mártir cristiano, Esteban. El escritor del evangelio Lucas describe a Esteban como un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo. Lucas también nos dice que Esteban estaba lleno del poder de Dios y que realizaba señales y maravillas entre la gente. Pronto surgió oposición contra Esteban: los hombres lo acusaron falsamente de hablar en contra de Moisés, Dios, el templo y las leyes judías. Finalmente fue arrestado. 

En lugar de defenderse, Esteban aprovechó la oportunidad para dar a sus acusadores una lección de historia, recordándoles la fidelidad de Dios, incluso cuando eran continuamente infieles a Dios. Esteban no tenía miedo. Incluso en la situación indudablemente tensa y peligrosa en la que se encontraba, eligió honrar a Dios con su testimonio. Esto no era un buen augurio para Esteban. Finalmente fue apedreado hasta la muerte.

Cuando reflexiono sobre el martirio de Esteban, me sorprende su confianza en el resultado final. En medio de la escena caótica, Esteban de alguna manera sabía que su vida estaba en las manos de Dios. No temía a los que podían matar su cuerpo (Mateo 10:27). Más bien, tenía un temor reverente de Dios, su creador y salvador. Tenía confianza en que aunque su cuerpo físico pudiera sucumbir a la muerte terrenal, su alma viviría con Dios para siempre. Y para colmo, Esteban incluso tenía una profunda compasión y amor por sus asesinos, suplicando que Dios no hiciera cuentas sobre su pecado. 

Hay miles y cientos de miles de historias de martirio a lo largo de la historia del cristianismo, historias de personas comunes que no temen hablar la verdad del Evangelio de Jesús en amor. Para ser honesto, no tengo el tipo de coraje que Esteban tuvo. Pocas personas lo hacen. Aun así, aunque no todos están llamados al martirio, todos están llamados a compartir la Buena Nueva de Jesús. Cada uno de nosotros tiene una oportunidad diaria de levantar a Jesús y compartir su nombre con otros. La persecución puede venir en forma de palabras hirientes, o incluso daño corporal. Pero incluso entonces, puedo estar seguro de que Dios está conmigo.

Reaccionar:

Cuando reflexionas sobre compartir el Evangelio con alguien, ¿qué es lo que más temes? ¿Qué crees que puede ayudarte a mitigar esos temores? 

Orar:

Dios, gracias por tu gracia mientras busco a tientas compartiendo tus buenas nuevas. Que no me acobarde de miedo sabiendo que estás conmigo; que no me desanime, porque tú eres mi Dios. Que me fortalezcas y me ayudes; Que me sostengas con tu diestra justa. A ti sea la gloria, el honor y la alabanza para siempre. Amén.